José Fidencio de Jesús Síntora Constantino, mejor conocido por la población como ‘el niño Fidencio’ fue un curador espiritual que poseía poderes “divinos” a tal grado que sólo le bastaba ver a un enfermo, para poder diagnosticarlo y curarlo. Fidencio no se desarrolló sexualmente y su voz era sumamente aguda, razón por la que le llamaban “El Niño Fidencio”.
La historia del curandero cuenta que fue visitado por el propio Presidente Plutarco Elías Calles en 1928, -quien siempre tenía un médico a su lado en todas las giras presidenciales- quien lo visitó buscando un remedio para una enfermedad de la piel que padecía, de la cual no se precisa si se trataba de lepra. Aunque no se sabe con certeza si los resultados de esta visita fueron positivos, todo parece indicar que sí.
Existe el relato que explica el encuentro se dio e la siguiente manera “El niño le untó miel de abeja y lo dejó en un cuarto. El presidente, incrédulo, le dijo que había viajado desde muy lejos como para que sólo le pusiera miel, pero después de unas horas ya estaba curado”
A partir de entonces, y como agradecimiento del Presidente al curandero, a través de la prensa de aquel tiempo se dedicó a hablar de las curaciones milagrosas del Niño Fidencio, haciendo que Espinazo (el pueblo donde radicaba este peculiar personaje) se convirtiera en un centro de peregrinaje y curación. No te parece increíble que en una época en donde la ciencia era reina, el presidente de la república hubiese acudido a un curandero, a remedios no reconocidos para atender un problema grave.
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