Un día la muerte llegó a la casa de un hombre y tocó a su puerta. Cuando el hombre le abrió y la vio, la invito a pasar, sin poder ocultar su asombro y nerviosismo.
--¡Siéntate, Muerte! --y dentro de sí, el hombre pensó :"¡Dios, cómo hago! ¡Necesito más tiempo! ¡A ver, a ver, a ver! --seguía pensando el hombre, mientras se acariciaba su mentón --
¡Ya sé! exclamó el hombre para sí e invitó a la Muerte a un café para así ganar más tiempo. La Muerte le aceptó el café pero el hombre ya le había echado unas extrañas gotas a la bebida. --¡Aquí tienes tu café, Muerte! ¡Y por favor, ponte cómoda! -después de tomarse el café la Muerte se quedó profundamente dormida. El hombre aprovechó y leyó la lista que tenía la muerte. Y al ver que él era el siguiente, colocó su nombre al final de la lista. Al despertar la muerte, le dijo al hombre:
--¡Te confieso que necesitaba ese gran descanso! ¡Como veo que eres un buen hombre y has sido muy bueno conmigo, empezaré por el final de la lista!
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