Cuentos que cuentan...
Concluía el siglo XVIII y San Juan de los Lagos, adquiría una gran fama.
Los milagros de la Virgen de San Juan atraían a muchas personas, por lo que su feria se volvía de las
mas importantes, ávidos todos por exponer sus productos a tantas personas que visitaban la ciudad, las riquezas que se movían en el pueblo, eran la envidia de muchos.
Su fama se extendía no solo en
América, sino que cruzaba el continente y de todos lados llegaban personas.
Es el caso que un buen mozo galante y de modales excepcionales llegó a la ciudad vestido de charro con un hermoso caballo, con el cual
comenzó a recorrer todo el pueblo, aprovechando sus modales para hacer amistad entre los locales.
Si bien se presentaba con su verdadero nombre, el mismo ha quedado en el olvido, ya que todos lo conocían como “El Charro Negro”
El hombre intentó acercarse a todos los círculos sociales de la localidad, haciendo constantes preguntas sobre el pueblo, sus costumbres y usos, interesado en la arquitectura de las casas y su historia.
Decía venir de España y que estaba en espera de sus bienes, los cuales no traía consigo aún por estar buscando un buen lugar para vivir y que consideraba a San Juan de los Lagos como el sitio perfecto para ello.
A cada paso, arrancaba los suspiros
de las mujeres y eso comenzó a generar celo y enojo entre los hombres de la localidad, quienes eran corteses con él solo por sus buenos modales.Por ello, comenzó a ser vigilado y no era para más; las intenciones de este personaje iban bien direccionadas y es que él
pretendía encontrar el lugar donde se escondía el dinero de la feria, pues sabía que no todo era entregado a la Corona y para ello, comenzó a rentar propiedades
a lado de donde él consideraba que se estaba guardando el dinero.
Alguien le dijo que en la casa contigua a la esquina de Pedro María Márquez, en su cruce con la privada de Alba, se rumoraba que llegaban cántaros misteriosos durante la fiesta, por lo que rentó la casa de la esquina y comenzó a escavar con la idea de llegar hasta el otro lado.
Para su mala suerte, al momento de asomar la cabeza por el otro lado, ya lo estaba esperando el dueño de la propiedad, quien creyó que lo que pretendía el sujeto, era apropiarse de su mujer, por lo que de un machetazo le cortó la cabeza, pero en lugar de caer muerto en el lugar, el cuerpo del Charro Negro salió corriendo, dejando atrás su cabeza.
Al buscarlo, no se logró encontrar el cuerpo y solo su cabeza fue enterrada; pero se dice que a partir de esa noche, durante las épocas de feria, se logra escuchar las espuelas del Charro Negro recorrer la calle, donde curiosamente las mujeres tienen sueños muy extraños y los hombres despiertan con menos dinero del que traían la noche anterior.
Esta historia me fue contada por mis
tías y vecinos de la calle Pedro María Márquez y de la privada de Alba, se comenta que aún se escuchan no solo los ecos y las espuelas del Charro Negro, sino el relinchar del caballo acompañado de ruidos de cadenas que pudieran ser las penas que lleva cargando.
Fuente:
Antonio Aarón Contreras Gallardo
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